Comentario de un texto barroco: Amor más poderos que la muerte de Quevedo

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:
mas no, de esa otra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi alma el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un dios prisión ha sido,
venas,  que humor a tanto fuego han dado,
medulas,  que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
 
Francisco de Quevedo
 

Contexto histórico del poema

imagesQuevedo vivió en una España en  decadencia, arruinada, que padeció una gravísima situación de miseria y despoblación. Este clima pesimista produjo en el autor una visión amarga y desesperanzada del mundo. Durante el siglo XVII, esta mentalidad se plasmó en un gusto por lo rebuscado y lo profundo y la inquietud por temas metafísicos, religiosos y morales.

Este poema, titulado frecuentemente “Amor constante más allá de la muerte” es uno de los textos más representativos de la corriente conceptista del Barroco, de la que Francisco de Quevedo, su autor, es uno de los más destacados representantes.

El conceptismo se basa en la asociación de ideas y palabras, en contraposición a la corriente poética culterana que hace uso de cultismos léxicos y sintácticos.

Mide el poema y señala las características métricas fundamentales

Se trata de un soneto, formado por catorce versos endecasílabos, agrupados en dos cuartetos y dos tercetos, cuyo esquema métrico es ABBA ABBA CDC DCD. Su rima es  consonante.

El soneto es un poema estrófico de procedencia italiana que fue traído a España inicialmente por el Marqués de Santillana en su obra Sonetos fechos al itálico modo, sin demasiado éxito. Serían los poetas renacentistas Boscán y Garcilaso quienes finalmente consiguieron aclimatar el soneto a las características del castellano.

El tema del poema

El poema se clasifica dentro de la producción lírica amorosa de Quevedo y en él se argumenta la posibilidad de que el amor supere la muerte. El poema tiene, pues, como tema la supremacía del amor sobre la muerte. El autor, partiendo de la idea de la inevitable llegada de la muerte, muestra la convicción de que su alma, por haber amado, será inmortal y el amor pervivirá eternamente.

Estructura del poema

Los sonetos son poemas fuertemente estructurados debido a su distribución estrófica: dos cuartetos y dos tercetos. En este poema, pueden diferenciarse dos partes que coinciden la primera con los dos cuartetos y la segunda con los dos tercetos.

En la primera parte (vv. 1-8), aparece el planteamiento inicial: la muerte llegará y su contraargumentación: el amor la superará.

En la segunda parte (vv. 9-14) se enfatiza la idea principal contraponiendo vida y muerte y cerrando con una sentencia final que resume el tema: “polvo serán, mas polvo enamorado.”

Análisis del contenido y las figuras literarias

El poema se inicia con un violento hipérbaton que ocupa los cuatro primeros versos. Ordenados según el orden lógico el texto quedaría así: “El blanco día la postrera sombra que me llevare podrá cerrar mis ojos y a hora lisonjera esta alma mía podrá desatar su afán ansioso”. En estos versos aparecen varias metáforas puras que se refieren a la muerte: el “blanco día”, “la postrera sombra” y la “hora lisonjera”. Curiosamente, el día de la muerte es descrito como un blanco día y la hora de muerte como una hora lisonjera, es decir, agradable, lo que corrobora el pesimismo del poema que ve la muerte como un descanso y un alivio de la vida.  Quevedo establece varias antítesis para mostrar el significado ambivalente que tiene la muerte para el poeta: el verso segundo comienza con la “sombra” y concluye con el “blanco día” refiriéndose ambas a la muerte, cuya hora de llegada califica de “lisonjera”. Asimismo, el poema comienza con una perífrasis modal de posibilidad “cerrar podrá” que ha sufrido un hipérbaton, de modo que el  poema se abre con un contundente verbo “cerrar” que da idea del poder absoluto de la muerte sobre el cuerpo y continúa con otra perífrasis “podrá desatar” que nos habla del poder de la muerte sobre el alma y el amor.

El segundo cuarteto desarrolla como dijimos la contraargumentación, desarrollada con la ayuda de la conjunción adversativa “mas” y el adverbio “no”,  que inicia el primer verso del segundo cuarteto con toda la fuerza de la negación: su amor rechazará a la muerte y será más poderoso que ella. Esta idea viene desarrollada a través de una alusión mitológica al inframundo  de los griegos. Según la mitología griega, las almas de los hombres, cuando morían, eran juzgadas por un tribunal que decidía su destino según su comportamiento. Si el hombre había sido bueno, el tribunal le permitía acceder a los Campos Elíseos donde su alma viviría eternamente. Antes de entrar en los Campos Elíseos, las almas debían atravesar el río Leteo o río del olvido, donde se olvidaba por completo toda la vida anterior. A esto se refiere Quevedo cuanto habla de que “no dejará en la otra parte de la ribera la memoria en donde ardía”, es decir, no va a olvidar su amor cuando muerta. Él afirma que la llama de su amor atravesará el agua fría del río Leteo y romperá así la “ley severa”, es decir, la ley de la muerte que obliga a todos al olvido. Los campos semánticos del amor y la muerte predominan en estos versos. El amor está presentado metafóricamente con elementos relacionados con el fuego (“en donde ardía”, “mi llama”), mientras que la muerte se relaciona con el agua (“agua fría”, “ley severa”), siguiendo de esta forma una tradición que se remonta a Petrarca (en la identificación del amor con el fuego) y a Jorge Manrique (en su identificación del agua con la muerte).

El primer cuarteto se ha centrado en el plano de la muerte, el segundo cuarteto ha desarrollado el plano del amor; los tercetos van a mostrar condensación temática de ambos planos mediante una elaborada estructura que muestra la victoria final del amor sobre la muerte. Cada uno de los versos del primer terceto se relaciona semántica y sintácticamente con los versos del segundo terceto: el 1º con el 4º; el 2º con el 5º y el 3º con el 6ª, de modo que han de interpretarse así:

“Alma a quien todo un dios prisión ha sido / su cuerpo dejará, no su cuidado”

“venas que humor a tanto fuego han dado/ serán ceniza, mas tendrán sentido”

“medulas que han gloriosamente ardido / polvo serán, mas polvo enamorado.”

De este modo, se produce una gradación, el alma abandonará el cuerpo, pero no abandonará el amor; el cuerpo representado en las venas por las que corre la sangre y las medulas del interior de los huesos será consumido por la muerte, pero incluso  los últimos vestigios del cuerpo seguirán enamorados.

Si analizamos uno a uno los versos, vemos que en la primera serie “Alma a quien todo un dios prisión ha sido / su cuerpo dejará, no su cuidado”,  Quevedo opone el alma al cuerpo y se refiere al amor mediante una metáfora: el alma ha sido la prisión de un dios, es decir, el dios Amor, o bien, según otra interpretación, la amada, a quien se considera un dios que hace prisionera el alma del poeta. La segunda parte de la serie muestra una estructura que, con alguna variación se va a repetir en los otros versos, se afirma algo (el alma dejará su cuerpo, las venas serán ceniza y las medulas se convertirán en polvo)  que luego se contrapone con el conector de oposición “mas”  (el alma no olvidará el amor, la ceniza tendrá sentido y el polvo continuará enamorado) , mostrando de esta forma el amor como un escape frente a la muerte.

La segunda serie, “venas que humor a tanto fuego han dado/ serán ceniza mas tendrán sentido”, vuelve de nuevo a la metáfora del amor como fuego que se relaciona con la ceniza. Las venas llevan la sangre (uno de los humores del cuerpo, según la medicina griega) al corazón y sirven de combustible al fuego del amor; la muerte convertirá las venas en cenizas, pero estas tendrán sentido, es decir, estarán enamoradas.

La tercera serie, “medulas que han gloriosamente ardido / polvo serán, mas polvo enamorado”, continúa la metáfora del amor como fuego, pero esta vez relacionándolo con las medulas, es decir, el tuétano, el interior de los huesos, que arden, como todo el cuerpo del poeta, por el amor y que con la muerte quedarán reducidas a cenizas, aunque, de nuevo, este último resquicio de la vida seguirá conservando el amor.

Conclusión

 Quevedo expone en el poema la angustia existencial por la fugacidad de la vida y el amor como salvación. El poeta ofrece la esperanza del amor ante la visión amarga del mundo y la actitud pesimista por la aceptación de la muerte. Lo logra empleando una sintaxis inusual y complicada que otorga fuerza y viveza al soneto, impulsando así un sentimiento positivo ante la adversidad.

Este soneto es un claro ejemplo de la literatura barroca, pues refleja gran parte de sus características: los temas del amor y la muerte, la sintaxis compleja, el empleo de las figuras literarias como la metáfora, el hipérbaton y el asíndeton.

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